18 de mayo de 2010

Vive grupero

Por: Fraktal

Mucha gente pensó que se trataba de una broma, hubo arranques de rechazo y burlas, “¿Quién va a querer ir al Vive grupero?’” era la consigna. La tarde del domingo éramos pocos pero entusiastas.

La lluvia no opacó el baile, y Los Angeles azules salieron a tocar perfecto. Cada instrumento a su tiempo, con el retumbar del bajo en las bocinas, como debe sonar una buena cumbia. Y así comenzaron los grandes éxitos, aquellas que no faltaban en una buena fiesta, o en las bocinas de algún estereo vecino, o incluso en el transporte público, el culpable de muchos gustos culpables: Mi niña mujer, Entrega de amor, Amor de mis amores, y los más grandes hits de su disco Una lluvia de rosas: El Listón de tu pelo, 17 años, Amigos nada más. También sonó la canción que ellos afirman es su himno: Cómo te voy a olvidar, la cual también tocaron hasta el final de su set.

Ay amor me recordó a Mari, la chica que procuraba la casa y que me cuidaba cuando era niño, porque en su diario agetreo de atender a 4 niños, hacer limpieza y convivir con la familia, canciones de la Z ambientaban los días, es por eso que quedaron en mi memoria muchas canciones de La Mafia, Brindis, Bronco, Grupo Libra, Los Yonics, etc.

Debo admitir que Cañaveral me decepcionó un poco, hubiera preferido verlos en vivo antes de que Emir Pabón ocupara el estatus de celebridad que le dio un reality show y deje atrás a la verdadera causa, al jefe, al maestro detrás de esta agrupación, a Don Humberto Pabón, para aquellos que no lo conocen, el fundador de esta banda, y cuya voz escuchan en las dedicatorias y viejas canciones de esta agrupación.

Los Tucanes de Tijuana y su elegancia en sombreros y trajes llegaron después del la lluvia, con el clásico Tucanazo y la oda a los hijos de la madrugada: Vivir de noche. Como buenos autores del pueblo y para el pueblo dijeron: “esto es para la banda pesada”, y comenzó a sonar El Centenario, una de esas canciones que el gobierno dice que exalta la vida criminal, pero que no hace más que contar una historia, como las que leemos diario en el periódico, una de esas que a veces nos quieren ocultar.

Tucanes de Tijuana, por Mel


Después más baile y otra pesada, al dicho de: “Judiciales a la vista, claven todo y relajados…” comenzó a sonar El Aguila blanca.

K-paz de la sierra dio muestra de su arrastre con Volveré y Mi Credo, Los Animales de la Ke-buena casi pasaron desapercibidos, Banda Machos transmitió en vivo a su pagina de internet e invitó a la gente a seguirlos en twitter, la modernidad que abarca y llega a todos lados.

Y para cerrar el primer vive grupero qué mejor que los jefes de jefes. No quiero ni imaginar cuánto cuestan sus trajes, quiero creer en el mito que dice que las perillas y llaves del bajo de Hernán Hernández son de oro, porque si sé que se los fabrica Fender. Si hablamos de música del pueblo tenemos que darle gracias a la familia Hernández por hacerla posible, y a Don Jorge por levantar el sombrero en la primera canción y agradecer al público por esperar, por soportar la lluvia, por permanecer en su lugar a pesar de la hora y lo difícil del regreso a casa.

Los Tigres del Norte, por Mel

Y no hubo lugar para la censura y sonaron temas como La Granja, y esa perra que debemos amarrar, Jefe de jefes, como advertencia de su condición de grandes, la historia de Pedro y Pablo, y una canción que ellos dedicaron a una mujer que les ha dado tanto: Camelia la Texana.

Otra pesada con Contrabando y traición, recuerdos con La mesa del rincón, baile con La Manzanita y Tan bonita que se mira, sufriendo por Golpes en el corazón y otro gran momento: La puerta negra, historia para los escépticos, alegría para los conocedores, y aunque poca gente, presiento que muchos sentimos lo que implica escuchar a los Tigres del norte en vivo entonando esa pieza, puro Sinaloa.

Sonaron las llantas de La camioneta gris, y una ráfaga de metralleta, y ya era muy tarde y la gente seguía pidiendo canciones, y los jefes no se querían ir, y no importaba que fuéramos 100 mil, 20 mil o 500, ellos hubieran seguido tocando, pero hay límites, y después de la insistencia cerraron con la mejor canción con la que hubiera esperado: José Pérez León. El aplauso y el éxtasis, el tigre había dejado de rugir, eran casi las 2 de la mañana.

Esta fue la experiencia de mi primer Vive grupero, debo decir que esperaba y pensaba otras cosas, pero uno no sabe de algo hasta que lo conoce, jamás pensé que fuera una mala idea, al contrario, siempre es bienvenida una oportunidad para apreciar la música, más allá del estatus que se le de. Y para aquellos que pensaron que la broma había llegado demasiado lejos, déjenme decirles que fue divertido, enriquecedor, y que espero asistir el próximo año.

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